domingo, 31 de marzo de 2013

Fin a una Semana Santa desafortunada

Cofradía de las Siete Palabras
Un año más, una de las semanas más esperadas por miles de personas llega a su fin. La Semana Santa de 2013 concluye con un balance que no puede ser calificado como positivo. De nuevo, las condiciones meteorológicas han sido el motivo de raíz. Varias han sido las procesiones que han debido suspenderse en consecuencia. Fundamentalmente Lunes, Martes y Miércoles Santo. Este último día, caracterizado por "El Encuentro" llevado a cabo entre las cofradías de la Dolorosa (como se conoce popularmente) y la de Jesús Camino del Calvario. Tan solo el Jueves Santo, la vistosidad máxima de esta festividad pudo manifestarse en las calles de la capital aragonesa. Todas las procesiones pudieron celebrarse, para la satisfacción tanto de los cofrades, como la de los cientos de amantes de la Semana Santa. Que día tras día también salen a esas calles para disfrutar de los pasos e instrumentos como son  tambores y bombos. Sin olvidarnos de las cornetas y matracas, que son además muy típicas.

Viernes Santo pasado por agua.
La abundante lluvia acaecida en Zaragoza durante la jornada del viernes impidió que una de las procesiones más importantes (Santo Entierro), la que es la más larga de España con 4,5 kilómetros de recorrido, tampoco se pudiera celebrar.
Sin embargo, por la mañana, como marca la tradición, si lo pudo hacer las Siete Palabras. Que con sus colores verde y blanco tan significativos, inundaron de pasión, devoción y fervor la zona céntrica de la ciudad maña.

Por otro lado, el Sábado Santo ha sido la completa antítesis de lo que el día anterior spuso. El sol se dignó a aparecer, e hizo posible que la Congregación de Esclavas, acompañada del peculiar sonido de sus campanas pudiera procesionar desde la Iglesia de San Pablo para una vez llegada a San Cayetano, venerara al Cristo de la Cama. Y posteriormente, efectuara su acto ante el Santo Sepulcro situado en San Nicolás.

Virgen de la Esperanza
Un final merecido.
Afortunadamente, la traca final no ha podido ser mejor. Un día magnífico ha permitido que la Virgen de la Esperanza y el Cristo Resucitado, como cada Domingo de Resurrección, se encontraran en un lugar tan trascendental para los zaragozanos: La Plaza del Pilar. Todo ello, ante un gran número de espectadores.

Lo que está claro, es que el sentimiento de una gran parte del pueblo de Zaragoza hacia la Semana Santa de su tierra no se puede inhibir con factores externos tales al tiempo. Es cierto que afecta a las emociones, ya que no salir ni desfilar con el tambor y tu cofradía o ver desde "la barrera" un evento de estas magnitudes en todo su esplendor, de ningún modo es agradable.

Pero la Semana Santa zaragozana seguirá siempre siendo lo que es: Siete días esperados con ansia, sinónimo de una mezcolanza de emociones para multitud de personas entusiasmadas y que la sienten desde el corazón.

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